7 de septiembre de 1986



7 DE SEPTIEMBRE DE 1986

Atentado contra el Presidente de la República Capitán General Augusto Pinochet Ugarte, quien salva ileso cuando regresaba desde el Cajón del maipo a Santiago. 5 ESCOLTAS PRESIDENCIALES ASESINADOS.



7 de septiembre de 1986: Atentado al Presidente de la República
(Revista Trinchera de Jorge Arturo Prat)

En el mes de agosto de 1986 los servicios de seguridad de la Nación descubrieron la internación clandestina por Carrizal Bajo (III Región, en el Norte de Chile) de cientos de toneladas de armamento, incautando miles de fusiles, granadas y lanzacohetes, además de millones de cartuchos y balas, lo mismo que otros pertrechos bélicos. Pero previamente, componentes de ese arsenal se habían trasladado por parte de extremistas de izquierda al centro del país y a Santiago. Elementos del FMR (Frente Manuel Rodríguez), contando con esos pertrechos, planificaron y ejecutaron la que sus autores denominaron “Operación Siglo XX”. El sólo nombre de la maniobra delata la importancia que la izquierda atribuía a la imperdonable lucha del Gobierno Militar chileno en contra del comunismo y el extremismo rojo. Era preciso liquidar al mejor exponente de la lucha antimarxista de entonces: el General Augusto Pinochet, Presidente de la República de Chile. El 7 de Septiembre de 1986, alrededor de las 18:30 horas, un numeroso contingente extremista –entre 40 y 50 elementos– emboscó a la comitiva presidencial que se dirigía por el Cajón Maipo hacia Santiago. Utilizando centenares de ráfagas de metralletas y empleando proyectiles antitanque de tipo LAW, se materializó el intento de magnicidio. Sólo quedó en etapa de intento, porque el valeroso combate de la escolta presidencial –que le significó 5 muertos– y la osada y oportuna acción del conductor del auto del Presidente, al efectuar una maniobra de retroceso y regreso a la casa presidencial de El Melocotón, permitieron que el General Pinochet y su nieto Rodrigo –de escasos 4 años de edad– salvaran con vida. Una esquirla de granada hirió levemente una mano del gobernante. Sin saber siquiera si habían cumplido con su cometido o fallado en el intento, y tras unos 15 o 20 minutos de combate, los extremistas huyeron hacia Santiago al constatar la feroz e irreductible resistencia de quienes protegían al Presidente. Algunos caerían más tarde, otros escaparían al extranjero y muchos serían indultados por el Presidente Aylwin. Cinco escoltas presidenciales, militares y carabineros, pasaron derechamente a la gloria como héroes: Pablo Silva Pizarro, Gerardo Rebolledo Cisternas, Roberto Rosales Martínez, Cardenio Hernández Cubillos y Miguel Ángel Guerrero Guzmán murieron en el lugar de los hechos, mientras 11 compañeros de armas quedaron heridos. El explicable estupor y la inquietud que lo acontecido trajeron a la ciudadanía, movieron al Gobierno a declarar Estado de Sitio y a activar un gran dispositivo de investigación y seguridad. Las diligencias originadas en estos cometidos llevaron a varios enfrentamientos con extremistas, situaciones hoy olvidadas por muchos chilenos –políticos y jueces incluidos– dando origen a lo que hoy se denomina “procesos por violaciones a los DD.HH.”





Atentado al Presidente Pinochet
(Fundación Pinochet)

El Presidente Pinochet regresaba a Santiago después de un fin de semana familiar en su residencia de El Melocotón. Eran la 18:39 del domingo 7 de Septiembre de 1986, cuando la habitual comitiva avanzaba por la carretera G-25 del Cajón del Maipo, a la altura del kilometro 29, en la cuesta Las Achupallas. Un minuto más tarde, luego de que una camioneta que arrastraba una casa rodante les cerrara el paso, comenzó una lluvia de balas disparadas por fusiles M-16, metralletas, granadas de mano y cohetes low dirigida contra la comitiva. Arreciaba el fuego de fusiles automáticos, granadas y cohetes contra la comitiva detenida. En el automóvil que trasladaba al Presidente Pinchet viajaban, además de él, su nieto de diez años Rodrigo García, el chofer y un edecán; dicho automóvil recibió no menos de 38 impactos de bala y fué alcanzado por un cohete, que milagrosamente, no estalló. El chofer, en un acto de extraordinaria sangre fría en medio de tan terrible ataque, que ya costaba la muerte de varios hombres y había prácticamente desintegrado un auto de la escolta, dió marcha atrás, impactando ligeramente a un vehículo que le cerraba el paso y, dando media vuelta, emprendió rápidamente el regreso hacia su lugar de origen, la residencia en El Melocotón. Como se conociera más tarde, los autores del ataque eran miembros del Frente Manuel Rodriguez (FMR), el cuál habiendo sido minuciosamente preparado, fracasó en su objetivo de asesinar al Jefe de Estado y Comandante en Jefe del Ejército.






FALLECIDOS:

1. Cabo 2º de Ejército ROBERTO SEGUNDO ROSALES MARTINEZ




2. Cabo1ºdeEjército MIGUEL ANGEL GUERRERO GUZMAN


3. Cabo1ºde Ejército GERARDO REBOLLEDO CISTERNAS


4. Cabo 1º de Ejército CARDEMIO HERNANDEZ CUBILLO


5. Cabo 2º de Carabineros PABLO ARTURO SILVA PIZARRO





Resultaron heridos:



Teniente de Carabineros Jordán Tavra Checura
Cabo 1. de Carabineros Miguel del Río Méndez
Cabo 1. de Carabineros Ricardo Lara Orellana
Sargento 2. de Carabineros José Córdova Belmar
Carabinero Alberto Muñoz Carvajal
Capitán de Ejército Juan Mac Lean Vergara
Cabo 1. de Ejército Juan Fernández Lobos
Carabinero motorista José Carrasco Espinoza
Detective José Mac Lean Zuñiga











«Queríamos atentar contra Pinochet con el mismo método que ETA contra Carrero Blanco»
(ABC Periódico Electrónico S.L.U, Madrid, 2006, 17-12-2006)

"Ernesto, Miguel, Armando, Pablo, Enrique... César Bunster respondió por estos nombres y por otros. Hace dos años que recuperó su identidad, oculta en la clandestinidad por espacio de 18, el tiempo que transcurrió desde que él y un grupo de miembros del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), intentaron «ajusticiar» a Augusto Pinochet. «No hablamos de atentado. Nosotros decimos ajusticiamiento». En su casa de Santiago, el encargado de «la logística» en la Operación Siglo XXI, como se bautizó al único intento de asesinar al general Pinochet durante la dictadura, recuerda por teléfono detalles del golpe que terminó con la vida de cinco militares y «encendió las luces rojas en el Pentágono: EE.UU. comenzó a cuestionar la continuidad del régimen» y, a su juicio, sirvió para acelerar «el fin de la dictadura. La oposición menos radical decidió impulsar una salida negociada», asegura.

La «Operación Ogro»

La referencia era la «Operación Ogro», el atentado contra Carrero Blanco, el sucesor de Franco. «Intentamos llevar adelante el mismo método. Todos los domingos Pinochet realizaba idéntico recorrido para volver de su casa del Cajón de Maipú . Excavamos un túnel bajo la carretera para hacer explotar ochocientos kilos de TNT al paso de la caravana. Nos preocupaba el efecto de la onda expansiva». Bunster, que entonces tenía 28 años, reconoce que no tenían la menor idea «del alcance de la explosión. No éramos expertos ni teníamos contacto con ETA ni con otras organizaciones guerrilleras de la zona. Por temor a provocar una masacre -hay poblaciones muy humildes en esa ruta-, llegamos a plantearnos alquilar un teatro donde había un espectáculo muy popular y trasladar en autobuses a los habitantes de la zona con el pretexto de que les había tocado un sorteo o algo así». No hizo falta, cuando estaba todo listo, a falta de recibir «la carga», las fuerzas de seguridad del régimen interceptaron «dos toneladas de explosivos de la organización. Nos quedamos sin munición. Tuvimos que abortar el proyecto inicial y recurrir a la emboscada». El 7 de septiembre de 1986, en marcha el Plan B, «después de tres meses de preparación, unos treinta compañeros que sólo sabían lo que necesitaban saber, es decir, exclusivamente su cometido, se atravesaron al paso de la comitiva de Pinochet. «Falló el lanzacohetes que iba dirigido al Mercedes Benz blindado del dictador. Impactó en el vidrio del auto pero no detonó. Eran norteamericanos y fácilmente manejables por sus dimensiones pequeñas. Diseñados para destruir tanques, no se podían probar porque eran desechables, servían para un único uso. Las unidades venían selladas. La batería eléctrica no hizo contacto... En este tipo de acciones siempre hay que contar con una dosis de suerte», reflexiona.

A la fuga

La fortuna estuvo del lado de Pinochet, que salió con un arañazo en una mano, [pero no así de los cinco escoltas, que murieron como consecuencia de ese acto terrorista]. «Su vehículo dio una vuelta en U y regresó a las montañas. Debimos haber previsto esa posibilidad y tener todo listo para interceptar el paso, pero no fue así. El plan estaba concebido para un puñado de minutos, no se trataba de protagonizar un tiroteo interminable», recuerda. La reacción al atentado fue inmediata. Esa madrugada, la Policía peinó Santiago y detuvo a doscientos militantes de partidos de la oposición, entre otros al futuro presidente Ricardo Lagos, pero también registró las casa de las familias de los guerrilleros. «Utilizamos nuestras identidades verdaderas para garantizar el éxito de la operación. Dada la envergadura, valía la pena el sacrificio. Yo vivía en la de mi tía y madrina... Lamento hasta el día de hoy haber puesto la dirección verdadera al alquilar los autos, la casa y la caravana que utilizamos. Ella y mis primos recibieron el rigor de la visita del CNI ». El comando se replegó. César Bunster no volvió a verlos, «era peligroso», apunta. A la Operación Siglo XXI sobrevivieron todos. A los tres meses capturaron a cinco guerrilleros. Dos años más tarde, en 1989, lograron fugarse. César Bunster adoptó media docena de nombres hasta que dio con el definitivo: Enrique Miriel, «de un medio hermano mío que vivía en Suecia. Se vino a Chile, nos encrespamos el pelo, nos dejamos barba y nos pusimos lentes. Renovó su documentación chilena y me la quedé yo». Así vivió 18 años. Como traductor de inglés, bajo su falsa identidad, desconocida hasta para su mujer y sus dos hijos, llegó a trabajar para la Fundación Pinochet. «Al principio no quería, pero pensé: mejor conocer a esta gente de primera mano. Parecían concentraciones de las juventudes hitlerianas, decían que los desaparecidos debían haber sido diez mil. Horrible».

Delitos prescritos

Prescritos los delitos por atentar contra el general y por la muerte de sus cinco escoltas, en el 2004 recuperó su verdadero nombre. «Tardas dos o tres meses en dejar de responder al anterior», comenta. Esta semana celebró «la muerte física del dictador porque políticamente murió hace tiempo». Recuerda que Estados Unidos, a través de la Escuela de las Américas, adiestró en la brutalidad a los militares chilenos. Acepta que algunos de sus compañeros del FPMR recibieron «formación militar en Cuba. No renegamos de eso», advierte, y considera «odiosa la comparación entre Fidel Castro y Pinochet. Cuba tiene su democracia, que no es la occidental capitalista, es la suya. Para mí, Castro no es un dictador». «La dictadura insistía en que yo estaba fuera de Chile. En su histeria llegaron a creerse su propia mentira y hasta pidieron la extradición a España, pero yo estaba aquí». César Bunster no cruzó las fronteras de Chile durante la clandestinidad. El que residía en España era su hermano mellizo, «hoy vive en Inglaterra», comenta.









El destino de los protagonistas a 20 años del atentado a Pinochet
(www.despiertachile.cl, 07/09/2006)

Roberto Pinilla, de comando a abogado: El 7 de septiembre de 1986 Roberto Pinilla tenía 25 años y como cabo segundo del Ejército integraba el grupo de comandos que escoltaba al entonces general Augusto Pinochet. Pinilla fue el único comando que quedó con vida tras la embestida en el Cajón del Maipo. Esa tarde viajaba en el último de los cinco autos de la comitiva y, en plena emboscada, se bajó a repeler el ataque. Dejó el uniforme y desde enero del año pasado ejerce como abogado. Aunque después del atentado ascendió a suboficial y a comienzos de los 90 cumplió destinaciones en Buenos Aires (como chofer del entonces brigadier Luis Cortés Villa), en paralelo a su carrera militar estudió -durante las noches- Derecho en la U. Bernardo O'Higgins. Quienes lo conocen dicen que nunca superó por completo el "trauma" ocasionado por el atentado a Pinochet y que resiente no haber sido él una de las víctimas fatales, en lugar de sus compañeros de armas. A bordo de un Ford LTD en que se movilizaba el día del atentado, también iban los cabos Juan Fernández, Miguel Guerrero y Roberto Rosales. Pinilla hoy está casado, tiene tres hijas, y ha sido contactado por la Fundación Pinochet para relatar su experiencia durante una actividad organizada para conmemorar este 11 de septiembre.

César Bunster, el "organizador" que estuvo clandestino 18 años: Sindicado como uno de los cabecillas de la emboscada a Pinochet en el Cajón del Maipo, César Bunster fue quien arrendó la casa que el FPMR utilizó como centro logístico en la localidad de La Obra y cuatro de los cinco vehículos utilizados en la operación. A sus 28 años, luego del atentado se refugió en La Habana y Nicaragua, para regresar a Chile en 1988. Desde entonces, y con un nuevo look que contemplaba el pelo rizado y el uso de barba y lentes, inició su vida en la clandestinidad bajo el nombre de Enrique Miriel. Gracias a su dominio del inglés (se educó en colegios británicos cuando su fallecido padre, Alvaro Bunster, ejerció como embajador de Chile en Inglaterra durante la UP) inició durante los 90 una prominente carrera como traductor, llegando a prestar sus servicios a la Cancillería y a embajadas como la de Estados Unidos. En estas labores, que hoy mantiene, le tocó traducir documentos oficiales intercambiados entre los gobiernos de Chile e Inglaterra durante la detención de Pinochet. Aunque su caso fue sobreseído en 2004, sólo en julio de este año reapareció públicamente en un seminario de DD.HH. donde reivindicó el atentado. Sin embargo, el 10 de diciembre de 2005, un día antes de la elección presidencial, acompañó a su hermanastro Claudio Bunster (ex Teitelboim) en una visita a la entonces candidata Michelle Bachelet.

Hernández Norambuena, el frentista que no dejó las armas: Conocido como el comandante "Ramiro", Mauricio Hernández Norambuena reclutó y estuvo a cargo de la preparación de uno de los grupos de fusileros que el 7 de septiembre de 1986 prendió fuego contra el general Augusto Pinochet y sus escoltas en el Cajón del Maipo. Según han relatado algunos de los lanceros, al reclutar a los frentistas "Ramiro" les preguntaba si estaban dispuestos a morir por la causa y, sin entregar detalles de lo que se llamaría la Operación Siglo XX, les decía que la incursión que se planeaba cambiaría radicalmente el curso de la historia. Luego de que el PC se desligara del FPMR a fines de los 80, Hernández Norambuena constituirá el Frente Autónomo Manuel Rodríguez, que seguirá operando como grupo subversivo tras el retorno de la democracia. En ese contexto, Hernández Norambuena participó del asesinato del senador de la UDI Jaime Guzmán en abril de 1991 y del secuestro de Cristián Edwards, delitos por los que existen dos condenas perpetuas en su contra. Tras fugarse en helicoptero de la Cárcel de Alta Seguridad (CAS) en 1996, el frentista actualmente cumple una condena de 30 años en Brasil por el secuestro del publicista Washington Olivetto perpetrado en 2002.

El secretario de Pinochet indagado en el caso Riggs: Herido gravemente la tarde del 7 de septiembre cuando el FPMR atentó contra Augusto Pinochet, el entonces capitán de Ejército Juan Mac-Lean era el jefe de la escolta del mandatario. Esa tarde Mac-Lean viajaba en el Ford LTD 3267 que iba entre el Mercedes presidencial y el alternativo. Su auto fue alcanzado por los cohetes LAW lanzados por los frentistas en la Cuesta Achupallas. Tras bajarse herido, respondió a los balazos y se parapetó en un barranco de 18 metros de profundidad. Fue el propio Pinochet quien gestionó su posterior viaje a Estados Unidos para su recuperación. A su regreso a Chile, Mac- Lean pasó a formar parte del círculo cercano al general (R), ejerciendo por años uno de sus cargos de extrema confianza: secretario personal. Justamente a raíz de ese cargo, hoy, a sus 50 años de edad, el coronel en servicio activo ha sido indagado en el marco del caso de las millonarias cuentas del general (R) en el Banco Riggs. En octubre de 2004, junto a otro secretario privado, Gabriel Vergara, fue interrogado por el ex juez de la causa, Sergio Muñoz, por el conocimiento que podía tener de transferencias de dinero.

Oscar Carvajal, chofer de Pinochet por 20 años: "El rol del chofer del vehículo fue vital. El era un muchacho joven, era primera vez que manejaba para el general Pinochet y actuó con una sangre fría extraordinaria", recordaba, hace cinco años, el ex edecán naval de Pinochet, Pedro Arrieta, quien viajaba en el mismo automóvil del ex comandante en jefe durante el fallido atentado del FPMR. Arrieta hacía alusión al entonces cabo segundo Oscar Carvajal Muñoz, quien para la fecha del atentado venía recién acostumbrándose al flamante Mercedes Benz 500 SEL blindado. Pese a la poca experiencia con el automóvil, en medio del tiroteo Carvajal optó por retroceder a una velocidad promedio de 100 km./hr., debiendo esquivar los automóviles de la escolta y una camioneta con varios fusileros que intentó cerrarle el paso. Veinte años después de esa maniobra, que para muchos permitió que el ex gobernante continuara con vida, Carvajal -ahora como suboficial de Ejército- continúa trabajando como chofer de Pinochet y miembro de su equipo de seguridad. "El general Pinochet está vivo gracias al chofer, a todo el aparataje de escoltas que dieron sus vidas y que permitieron el retroceso del vehículo", ha señalado también Arrieta.



PROTEGIDO POR DIOS Y LA VIRGEN




9 DE DICIEMBRE, LA RESPUESTA DEL PUEBLO 


Según se dice fueron más de 1 millón de personas las que rindieron una manifestación de apoyo al Presidente Pinochet en la Alameda-Plaza Bulnes. Decenas de buses viajaron desde distintos puntos del país para desfilar frente al Presidente. Las calles se hallaban repletas de personas, mujeres, niños, jovenes, ancianos, trabajadores, estudiantes, delegaciones de Cema Chile, de entidades políticas, de bomberos, etc.

"Sin duda la cantidad de personas era impresionante, los que llegamos en buses y los que desfilamos frente al Presidente Pinochet". (WALTER E. FORAL LIEBSCH)